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cuando él la encuentra, a los veinte años,.. y decide llevarla con él,.. para casarse con ella. Y podríamos hablar sobre el descubrimiento,.. siglos después,.. en el polvo de las ruinas de Roma, de un esqueleto de una mujer. La estructura de hueso.. quizás habría sido capaz de decirnos quién era ella,.. y cuando. Podríamos decir.. muchas otras cosas todavía. Cómo no era posible evitar verla,.. viendola detenida, después de dos mil años. Grande. Los pechos rectos. Las piernas, los pies,.. la postura,.. la luz que oscila de las caderas y se extiende a lo largo del cuerpo. Ese cuerpo que ha superado desiertos, guerras,.. el calor de los desiertos, el calor de Roma,.. el hedor de las galeras, las galeras del destierro. Alto ¡Ella es alta! Grande Flaca, magra. El pelo es negro como un pájaro negro. Los ojos son verdes,.. mezclado con el polvo negro del Oriente. Los ojos ya se inundan.. en una humedad de lágrimas. La piel del cuerpo es casi oscura,.. y brilla como seda, como arena. Esta mujer ordinaria,.. la reina de Samaria. No mostrar nada, de un amor. No imaginar nada, de un amor. Gracias por todo. Le acompaño. Buenos días. Gracias, no se moleste. ¿Diga? No, lo siento, el Sr. Moretti no está. ¿Quién es? La Srta. Fanti. Ah, deme, deme. Perdone, Elena. Para usted, siempre estoy. Escuche, Moretti. Tengo que hablar con usted. Sí, con mucho gusto. ¿Cuándo quiere? Hoy mismo. No, es inútil que se lo cuente por teléfono. Es necesario que le vea. ¿Enseguida? Está bien. Váyase, váyase, señorita. Era la hija de Fanti. Me llama con urgencia. Quiere decir que la bomba ha estallado. ¿Has vendido todo en la Bolsa? Sí, todo, como me ordenaste. Bien. Y ahora, la querida Elena, se dirige a mí. Mi padre ha intentado suicidarse. ¿Cómo? Sí. Por milagro llegué a tiempo de salvarlo. He hecho creer que ha sido un accidente. Aquí está. Las cartas que escribió antes de matarse. ¿Quiere saber lo que escribió en esta carta? No, no, no. Es mejor que lo sepa. Sr. Director: Del balance mensual resultará que he sustraído una fuerte suma de la caja del Banco No busco justificar mi culpa. Pago con el único bien que me queda. ¡La vida! Sólo pido que sea generoso y no se dé publicidad a los motivos de mi suicidio, y que a mi hija le sea ahorrado el deshonor de mi culpa. La otra, es para mí. Me pide perdón. Me lo confiesa todo. No se la leo. No se la leo, porque ya se puede imaginar lo que escribió. No. ¿Por qué? ¿Qué tengo yo que ver? Usted tenía negocios con mi padre. Y es precisamente por esos negocios por lo que mi padre cogió dinero del Banco. Ah, no quiero responsabilidades que no me corresponden. Su padre no se conformaba con el sueldo. Tenía necesidad de dinero, de mucho dinero y rápidamente. Se dirigió a mí, yo se lo desaconsejé, él insistió. Probablemente lo hacía por usted. No quería que usted se viera obligada a trabajar. Lo sé. Pobre papá. Me lo decía siempre. No quise negarle mi apoyo. Le di la posibilidad de entrar en algún pequeño negocio que se resolvió felizmente. Pero su padre quiso emprender otros más importantes, más complejos.